Rερυνliκα desarticulada de Venezuela.

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Resulta increíble que a estas alturas de la civilización, y, especialmente en la de América, aún nos encontremos tan lejos de superar la pobreza. Las desigualdades sociales existentes en nuestro continente, son tan marcadas y evidentes, que si Aristóteles resucitara hoy, volvería a morirse ¡pero de un infarto! al ver las desgracias que las organizaciones políticas en el poder, han logrado en nombre de la democracia.

En Venezuela, aquellos que anhelan el poder político y los que que ya lo alcanzaron; han demostrado que lo único que les interesa al final de cuentas es la movilización de votantes. Porque a pesar de adornar el termino democracia con otras palabras rimbombantes, como: participación o protagonismo –que ya viene implícito en el propio termino–, han reducido su funcionalidad al mero acto de elegir al candidato de turno, sin importar sus credenciales o procedencia.

Yo personalmente considero, que un requisito fundamental para hablar de democracia en cualquier sociedad americana, debe ser la disminución de la pobreza a su mínima expresión; y digo por lo menos, porque para hablar de democracia también debe ser necesario tener ciudadanos bien formados, tarea que los partidos políticos han fallado rotundamente.

Si las condiciones no están dadas para que cada individuo pueda acceder de manera sencilla a una vida digna, donde cada persona pueda desarrollar y alcanzar todas las metas que cualquiera en su sano juicio tendría, entonces, no podemos hablar de democracia.

La democracia no es solo elegir al candidato de turno, la democracia también es la participación directa del ciudadano con las entidades del poder ¿Pero cómo sacas tiempo para participar en algo cuando en lo único que estas pensando es en qué cenaran tus hijos?

Los auto-proclamados próceres políticos que han llevado como estandarte este sistema de gobierno, más que brindar soluciones eficaces a los problemas sociales, sólo han causado eso: más problemas. Ya sabiamente los antiguos griegos, quienes fueron los padres de la democracia, habían concluido con que: «No es el pueblo ni los ricos los que han de gobernar; porque donde hay pobreza hay odio, y donde hay riquezas siempre habrá desigualdad».

Elemental, mi querido Watson, diría un actor de Sherlock Holmes. Aunque para muchos resulte difícil de asimilar; todo Estado gobernado por una única facción social termina convirtiéndose en una dictadura; ya sea la tiranía de la mayoría, aquella que ejercen los pobres, o la aristocracia elitista, la aplicada por los ricos. En pocas palabras; mientras la facción gobernante no trabaje para garantizar las mismas condiciones a todos sus gobernados, ese gobierno, aunque se jacte de ser el más democrático, no será más que una dictadura camuflajeada, o como prefiero llamarla: una dictocracia.

El bien común, es el fin supremo de la política, no se puede gobernar para unos, ignorando a los otros; porque entonces no estaríamos haciendo política, en palabras de Hannah Arendt, estaríamos asistiendo al reino del terror.

Actualmente Venezuela atraviesa una de sus peores crisis políticas. La sociedad venezolana se encuentra desarticulada. Imagina al país como un cuerpo humano, cada clase que lo conforma representa una parte del cuerpo: la clase baja son los pies, la clase media iría de los tobillos a la cadera, la clase media-alta de la cintura hasta el cuello y la clase alta, conformada por la iglesia, los empresarios y el gobierno, serían la cabeza. En la cabeza esta el mando de control que es el cerebro, ahora imagina que el hemisferio derecho y el hemisferio izquierdo comienzan a fallar, enviándole ordenes opuestas al resto del cuerpo. ¿Qué tendríamos? Un sistema totalmente descontrolado que no logra coordinar sus acciones y por ende no funciona correctamente.

No podríamos dormir (la inseguridad), no podríamos comer (la escasez de alimentos), en momentos correríamos incontroladamente (el éxodo migratorio), y otras veces nos quedaríamos estáticos sin ningún motivo (pasividad frente a los abusos de poder). Ya empiezas a recitar palabras sin sentido (polaridad política), y sin esperarlo te quedas ciego durante largos periodos de tiempo (los apagones masivos). Dejaste de sentir la necesidad de ir al baño (la decadencia de los servicios) y comenzaste andar desnudo (porque hasta comprar ropa se ha vuelto un lujo). Pronto nuestro cuerpo terminaría agotado, desnutrido y trastornado, y como reacción última convulsionaría, no sin antes haber sufrido grandes daños en cada una de sus partes. Daños, que sólo mediante una intervención de los mejores especialistas, terapia intensiva y años de rehabilitación, sanarías.

El humor reflexivo de Wilfreds Solórzano.

Por Milányela Sánchez

            El pasado viernes, el grupo Táchira Cultura Creativa organizó un festival que lleva su nombre para exponer el talento regional al público general, en colaboración con Hipermercado Baratta que prestó su salón de conferencias. Entre los invitados se contó con un comediante guayanés que cree que “la comedia no se trata de reír y ya, debe hacerte pensar”.

Entre el drama y el humor hay un solo paso. Ambos géneros son amigos y no es raro encontrar un poco de cada uno en el otro. Razón por la cual muchos comediantes recurren a esta combinación en busca de, no solo generar risas, quizá también, generar conciencia.

Wilfreds Solórzano nació en el Estado Bolívar el 5 de junio de 1991. Emigró hacia los andes a causa de sus estudios universitarios: es cursante del 4to año de Ciencias Políticas en la Universidad Católica del Táchira. Con apenas 18 años se inició en las presentaciones humorísticas en un bar de su localidad natal. Sin embargo, abandonó estas actividades por algún tiempo durante el cual disfrutó una vida tranquila en la costa. Actualmente ha retomado su ingeniosa carrera, adquiriendo con cada presentación más y más seguidores.

Solórzano se agradaba de escuchar a otros humoristas haciendo lo suyo, hasta que encontró el llamado humor reflexivo en personajes como el norteamericano George Carlin y su par nacional Bill Hicks. Según este joven, la comedia debe evitar limitarse a divertir, antes intenta educar y concientizar sobre las realidades ignoradas de las sociedades actuales.

El salón de eventos del Hipermercado Baratta se encontraba lleno de sonrisas juveniles que disfrutaban del festival: las pinturas de caballos, las esculturas de cerdos coloridos, los retratos y caricaturas, las bandas musicales, la danza, el hip hop. Muchos de ellos esperaban con ansias la siguiente presentación de la joven promesa del humor en el Táchira.

Llegado el momento, Solórzano se adueñó del escenario para recordar verdades sobre la decadencia actual de las sociedades que si bien no son muy comentadas, son innegables en la realidad, como el caso de las familias indígenas que merodean las calles de la ciudad, la pederastia religiosa y el genocidio que viene aconteciendo a nivel mundial. Entre risas, a los presentes parecía costarles pasar saliva escuchando tales hechos.

Por otra parte, el público se encontraba muy cómodo con Solórzano que, a su vez, encontraba comodidad en el escenario. Entre los espectadores se escuchaba repetir frases suyas como si fueran características de su persona y la gente lo supiera. La receptividad fue buena y el espectáculo fue el gran cierre del festival.

Los representantes de Táchira Cultura Creativa despidieron la festividad y agradecieron no solo a los invitados sino además a la audiencia por presentarse a disfrutar de estos eventos que son tan necesarios como escasos. Se entregaron diplomas a cada participante e Hipermercado Baratta les hizo algunos obsequios.


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Lo que es la Ciencia Política, en realidad.

Yo estudio ciencias políticas, una carrera tal vez no muy popular. Cuando la gente me pregunta qué estudio, y les respondo que ciencias políticas; el 90% de las veces responden con un: ¡Genial, vas a ser presidente! Y no, no se estudia para eso. Claro que sería lo ideal, pero en Venezuela ser politólogo no es requisito para ser presidente, de hecho, ningún presidente en nuestro país lo ha sido. ¿Parece ilógico, verdad? Veamos porque no lo es en lo absoluto.

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El trabajo de un politólogo consiste en el estudio de dicha ciencia: La política. Pero, creer que por estudiarla va a terminar volviéndose uno Presidente, Gobernador, Alcalde o al menos concejal de algún pequeño municipio; no aplica para nuestro caso. La política es la única ciencia que no requiere de su estudio para ser ejercida, cualquiera puede ser político en Venezuela, hasta un chófer de autobús, por ejemplo.

Por increíble que parezca, en nuestra historia republicana los que más han gobernado han sido militares de carrera, hombres de armas; no hombres de ciencia, a lo que es menester la política. La inteligencia militar, para mi, es un termino que carece de sentido. ¿Cómo serán los militares a nivel intelectual que hay que ayudarlos con cursos de inteligencia? En la carrera militar se adiestra para obedecer, sin permiso a deliberar: obedeces o mandas. Un individuo que no piense por si sólo, no piensa en lo absoluto. ¿Ustedes creen que si los militares fueran verdaderamente racionales dejarían a cientos de miles de familias, residentes de la patria que juraron defender con su vida, sin nada que comer? Porque ellos son los que permiten y hasta controlan el contrabando de extracción fuera de nuestras fronteras.

¿Cómo serán los militares de brutos que acabaron con el sistema de distribución de alimentos en el país pero no han podido acabar con el sistema de distribución de la droga?

Yo sí sé cómo acabar con la droga en el país. Tomen nota incompetentes, que hoy les daré la respuesta: Lo primero que hay que hacer es legalizar su venta, ese es el primer paso. Una vez legalizada, lo segundo sería: (y este es el paso más importante) Meterle precio justo. Regular su precio, y en poco tiempo, verán como va desapareciendo la droga al igual que han desaparecido todos los productos con precio regulado ¡Ahí lo tienen militares ineptos! De nada.

Claro que me gustaría ser presidente. No lo niego, ser presidente debe ser fabuloso. De inmediato obtienes una serie de beneficios que la mayoría de las personas no pueden darse el lujo de disfrutar. Como viajar por el mundo firmando contratos y haciendo negocios con los personajes más importantes. Hospedarse en los mejores hoteles, comer las mejores comidas, tener a tu disposición autos blindados, aviones de lujo, helicópteros, barcos ¡hasta tu propio ejército! con bombas y todo lo demás. Si un enemigo molesta a tu hija, le mandas al Servicio Secreto de Inteligencia para que lo desaparezca y listo, solucionado el problema. Sólo de vez en cuando toca tomarse una foto con alguna anciana pobre de un barrio, o con sus nietos; para que la gente piense que ese presidente si se preocupa por su pueblo. ¿Acaso no es eso lo que hacen la mayoría de los políticos? Aparentar una imagen falsa de hombre de pueblo. Porque algo tenemos que tener claro: todos inevitablemente terminan inclinándose hacia el populismo y la demagogia. Los del pasado y los del presente, los de la derecha y los de la pseudo-izquierda. No se salva ninguno. Una vez en el poder, pareciera que lo único en lo que de verdad dedican esfuerzo es en comer y engordar como morsas. El pueblo pasando hambre y ellos cada día más gordos. Son tan descarados que van por ahí presumiendo su estupenda alimentación, mientras en las calles aún pueden verse niños viviendo penurias y rogando por una hogaza de pan. ¡¿No los elegimos para que corrigieran eso?! ¡¿No le dimos nuestro voto para solventar los males que nos aquejan como sociedad?! ¿Hicieron algo de lo que prometieron? No. No lo hicieron y nunca lo harán. Por eso es que yo no voto, ni milito en ningún partido, aunque invitaciones no me han faltado. De todos los partidos me han querido jalar: los naranjas, los rojos, los amarillos, y hasta los de la podrida guanábana. Sin embargo, muy cortésmente siempre respondo: Caballeros, no lo tomen a mal, pero sea el color que sea: verde, blanco, azul o morado; yo los veo a todos de un mismo color… marrón: ¡De mierda!

Por supuesto las críticas siempre van escucharse. Criticar lo que no se comprende es algo normal en la naturaleza humana, eso yo lo entiendo. Lo que si no entiendo es cuando me dicen: Por personas como tú, es que el país está como está. ¿En serio? ¿Con qué moral me dicen eso? ¿Simplemente porque he decidido no votar? –¡Claro!– continúan con su discurso vacío: –Si no votas no tienes derecho a criticar–. Pero… ¿Acaso esa sentencia tiene algún sentido, en realidad? Yo le di vueltas al asunto, porque lo venía escuchando muy a menudo: que tienes que ir a votar porque si no, no tienes derecho a criticar. No tuve que pensarlo mucho para llegar a la conclusión de la insensatez que representa tal declaración. El que no tiene derecho a criticar, es de hecho, el que fue a votar, porque al hacerlo, automáticamente está legitimando un sistema con el cual nos han venido oprimiendo y estafando desde el principio. ¿Estás de acuerdo conmigo con que las cosas no funcionan? No funcionan por qué los políticos son tan inútiles como las tetillas del hombre. ¿Y quién los colocó ahí en primer lugar? Yo no, yo me quedé en casa jugando Nintendo con mi sobrino. ¡Fuiste TÚ el que lo eligió con tu voto! ¡Fuiste TÚ el que madrugo para hacer «la última cola» con el único fin de que te mancharan el dedo con una tinta difícil de borrar. ¡Entonces eres TÚ el que no tiene derecho a criticar!

Así que la próxima vez que piensen en decir algo similar, les recomiendo que echen un breve vistazo en el país en donde viven y los «líderes» que nos «representan» y se metan la lengua en donde no les llega la luz solar.

Y esto, mis queridos amigos, es lo que es la Ciencia Política, en realidad.

Hasta una próxima entrada.